viernes, 22 de abril de 2016

La comunión de pie también refleja espiritualidad



Los apóstoles no comulgaron de rodillas. Los primeros cristianos no comulgaban de rodillas ¿Por qué esa manía de querer que todo el mundo comulgue de rodillas como si de un gesto corporal dependiera mi fe en la presencia real? Yo me paso dos horas arrodillado ante el Santísimo en adoración como signo de mi fe en la presencia real. Yo creo firmemente en la presencia real de Cristo en la Eucaristía, no necesito siquiera un milagro para creerlo, siempre he creído en ello. Mi fe no se basa en gestos externos. Yo comulgo de pie, aunque no comulgo en la mano. Algunos dirán que comulgar de rodillas significa adoración. Pero yo digo que la genuflexión es más signo de adoración que estar de rodillas. Nos arrodillamos ante una imagen de la Virgen y no es adoración, sin embargo, sólo hacemos genuflexión ante el Santísimo porque este gesto sólo significa adoración, mientras que arrodillarse no es un gesto sólo de adoración. Yo prefiero hacer una genuflexión antes de comulgar y comulgar de pie y en la boca. Para mí significa más que comulgar arrodillado, ya que arrodillarse no es siempre un gesto de adoración mientras que la genuflexión sí lo es siempre.

Así lo habéis de comer: ceñidas vuestras cinturas, calzados vuestros pies, y el bastón en vuestra mano; y lo comeréis de prisa. (Ex 12,11)

¿Qué interpretación analógica se puede usar para este texto? ¿Qué relación guarda con la comunión eucarística?

Los fieles están de pie desde el principio del canto de entrada, o bien, desde cuando el sacerdote se dirige al altar, hasta la colecta inclusive; al canto del Aleluya antes del Evangelio; durante la proclamación del Evangelio; mientras se hacen la profesión de fe y la oración universal; además desde la invitación Oren, hermanos, antes de la oración sobre las ofrendas, hasta el final de la Misa... (IGMR 43)

Muchos piensan que estar arrodillados es mejor que estar de pie, porque arrodillarse tiene más significado. Sin embargo, estar de pie en la celebración litúrgica tiene un significado muy profundo y muy cristiano:

ESTAR DE PIE: Es una forma de demostrar nuestra confianza filial, y nuestra disponibilidad para la acción, para el camino. El estar de pie significa la dignidad de ser hijos de Dios, no esclavos agachados ante el amo. Es la confianza llana del hijo que está ante el padre a quien respeta muchísimo y a quien al mismo tiempo tiene cariño. Al mismo tiempo, al estar en pie manifestamos la fe en Jesús resucitado que venció a la muerte, y la fe en que nosotros resucitaremos también; el estar agachado y postrado no es la última postura del cristiano; sino el estar en pie resucitado.

Recordemos lo que nos dice Jesús:

"No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer". (Jn 15,15)

«¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? 6 . No está aquí, ha resucitado». (Lc 24,5-6)

No tengáis miedo de ser hijos de Dios y de tratar a Dios como vuestro Padre. Ésa es la voluntad de Dios, es el regalo más grande que hemos recibido. Es lo que nos diferencia de las demás religiones en las que todos son siervos de Dios, pero nosotros hemos sido hechos hijos. ¿Comprendes lo que eso significa?

Cada parte de la Misa representa un momento de la Pasión. Por ejemplo, cuando el sacerdote se acerca al Altar representa la subida de Cristo a Jerusalén, así como la subida al Monte de los Olivos donde nos dio el Semón de la Montaña y también la subida al Calvario. La liturgia eucarística representa todas las enseñanzas y discursos de Jesús, como el Sermón del Monte donde nos dejó las Bienaventuranzas. La Misa tiene esa misma estructura, primero el alimento de la palabra y luego el pan. En el momento del canto del Gloria nos unimos a los ángeles en Belén que cantaban al gran Misterio de la Encarnación y del Nacimiento del Niño Dios. En el Santo nos unimos a los cantos de aquellos que recibían a Jesús como Rey cuando entraba en Jerusalén en aquel Santísimo Domingo de Ramos. De esta manera, cantando el Santo, le aclamamos como el Rey de nuestras vidas, nuestro Rey para siempre. En el momento de la consagración se representa y se hace presente el sacrificio de Cristo en la Cruz, y la simbología que lo expresa es precisamente la consagración por separado del pan y del vino, expresando la muerte, donde la sangre ha brotado fuera del cuerpo. Por eso se consagran por separado, porque es signo de sacrificio. Por eso Jesús en la Última Cena utilizó ese signo de su sacrificio. Cuando decimos: "Señor, no soy digno de que entres en mi casa..." recordamos no sólo lo que dijo el Centurión, sino que nosotros le estamos diciendo lo mismo como preparación para que habite en nuestras almas, en nuestra morada o castillo interior. La comunión significa la Resurrección y el encuentro con sus discípulos durante los 40 días siguientes. El canto de despedida significa ese envío final de Jesús en su ascención y en Pentecostés, el envío a anunciar el Reino de Dios a toda la creación.    

Es una lástima que se empleen fuerzas para combatir sin tregua algo que es mucho más antiguo en la tradición de la Iglesia como lo es el comulgar de pie, y se le rebaje como a algo que no tiene sentido, que dificulta la vida espiritual. Es increíble comprobar cómo crece la superficilidad en muchos fieles al pensar así. Dios tenga piedad de nosotros y envíe su Espíritu Santo para que renueve la faz de la tierra y a su Iglesia.